Judith de Jorge
Los
crímenes y los accidentes que cuentan las noticias son historias individuales,
pero también nos dicen mucho sobre las sociedades en las que suceden. Si son
comunidades marcadas por la violencia o, en cambio, entornos pacíficos en los
que la vida parece transcurrir sin grandes contratiempos. Lo mismo se puede
decir de los grupos formados por nuestros ancestros en la Prehistoria. Aunque
es difícil reconstruir el pasado, nadie que viviera en el Paleolítico pudo
tener una vida fácil, enfrentándose a una naturaleza salvaje plagada de
peligros armado tan solo con piedras o puntas de sílex, amén de los conflictos
y la barbarie más o menos intensa que se produjera entre los individuos.
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Esqueletos de un neandertal (izquierda) y un Homo sapiens
Ian Tattersall |
Hasta
ahora, se creía que los neandertales, la otra especie humana
inteligente que durante cientos de miles de años habitó Eurasia, tuvieron una
existencia especialmente dura y peligrosa. Esta interpretación se sustenta en
las numerosas fracturas, deformaciones y agujeros hallados en sus fósiles,
especialmente en la cabeza y el cuello. Sin embargo, un nuevo estudio desmiente
el viejo mito. Los investigadores de la Universidad de Tubinga (Alemania) han
examinado el número de lesiones craneales que sufrieron los neandertales y los Homo sapiens, la
especie a la que todos pertenecemos, y han llegado a la conclusión de que
fueron muy parecidos. Según los autores, parece que los niveles de
muertes violentas, enfrentamientos y brutalidad entre estos homínidos no
superaban a los nuestros en el pasado.
Que las
lesiones se concentraran con mayor frecuencia en la cabeza de los neandertales
puede ser el resultado de varias causas posibles: un comportamiento social
violento, un estilo de vida móvil de cazadores-recolectores en entornos de la
Edad de Hielo donde los accidentes serían bastante comunes, y los ataques de
carnívoros como los osos de las cavernas o las hienas. Además, lo neandertales
utilizaban armas de corto alcance, como puñales o lanzas de empuje, y, por lo
tanto, se enfrentaban de cerca a grandes presas durante la caza. Los altos
niveles de esas lesiones craneales se han utilizado para inferir no solo
estilos de vida peligrosos, sino también comportamientos violentos y técnicas
de caza inferiores.
Sin
embargo, los investigadores de Tübingen señalan que esas conclusiones se basaban
principalmente en informes de lesiones en esqueletos específicos, en lugar de
análisis estadísticos de toda la población. En su nuevo estudio, los autores
aplicaron un análisis cuantitativo del trauma craneal en toda la población de
neandertales y humanos modernos del Paleolítico Superior de Eurasia Occidental
(hace entre 80.000 y 20.000 años). Para ello, utilizaron una base de datos
recién compilada de varios cientos de especímenes fósiles (114 cráneos
neandertales y 90 sapiens), con y sin lesiones, y modelos estadísticos
rigurosos que explican el sexo, la edad de la muerte, la geografía y el estado
de conservación de los huesos.
Ninguno de
sus modelos reveló diferencias significativas en la prevalencia de las lesiones
entre los dos grupos. «Nuestros hallazgos refutan la hipótesis de que los
neandertales eran más propensos a las lesiones en la cabeza que los humanos
modernos, en contra de la percepción común», explica la profesora Katerina
Harvati, responsable del estudio. «Por lo tanto, creemos que los
comportamientos neandertales comúnmente citados que conducen a altos niveles de
lesiones, como la violencia y las capacidades de caza inferiores,
deben ser reconsiderados», subraya.
Más lesiones entre los varones
Los
investigadores también descubrieron que, tanto en los neandertales como en los
sapiens, los varones sufrían lesiones con más frecuencia que las mujeres. El
hallazgo, explican en la revista «Nature», es consistente con las
observaciones en grupos humanos más recientes, explicado por la división del
trabajo o por otras conductas y actividades específicas de cada sexo
determinadas culturalmente.
Pero los
investigadores también encontraron diferencias interesantes entre las dos
especies: Mientras entre los sapiens la prevalencia de lesiones craneales es
consistente en todos los grupos de edad, entre los jóvenes neandertales
es notablemente más alta. Esto podría significar que los neandertales
tenían más probabilidades de lesionarse a una edad más joven que los humanos
modernos del Paleolítico superior. Alternativamente, podría estar relacionado
con diferencias en la supervivencia a largo plazo después de una lesión no
letal. Curiosamente, los neandertales con una lesión en el cráneo tenían más probabilidades
de morir antes de los 30 años que los sapiens. Esta intrigante cuestión quizás
podría ayudar a explicar por qué esta especie desapareció hace 40.000 años
mientras nosotros prosperamos.
Aunque
este patrón relacionado con la edad es un hallazgo novedoso, «en general,
nuestros resultados sugieren que los estilos de vida neandertales no eran más
peligrosos que los de nuestros antepasados, los primeros europeos modernos»,
subraya Havarti. Y una vez más viene a redundar en la idea de que tampoco eran
seres toscos y bestiales que se creía.
Como
explica en un artículo que acompaña al estudio en «Nature» Marta Mirazón Lahr,
del departamento de Arqueología de la Universidad de Cambridge en Gran Bretaña,
desvelar el misterio de estas fracturas y laceraciones en los neandertales
continuará siendo un reto durante muchos años, pero su resolución permitirá
responder a una gran variedad de cuestiones, desde si fueron provocadas por
accidentes de caza, conflictos interpersonales o entre grupos o en qué medida
los que sobrevivían eran cuidados por los más cercanos. Todo esto nos ayudará a
entender quiénes eran estos humanos, cómo vivían y por qué se fueron para
siempre.
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