jueves, 14 de enero de 2021

La primera obra paleolítica de la Humanidad

 

Fuente: www.abc.es

            Judith de Jorge

 

Descubren la representación parietal de un jabalí con 45.000 años de antigüedad la isla de Célebes (Sulawesi), situada entre el archipiélago de las Molucas y la isla de Borneo.


Jabalí pintado en una cueva de Sulawesi - AA Oktaviana, ARKENAS / Griffith University.

                                  Jabalí pintado en una cueva de Sulawesi

                                     AA Oktaviana, ARKENAS / Griffith University


Para la datación se han utilizado las series de uranio, técnica radiométrica usada, usualmente, para conocer la datación de los materiales constituidos por carbonato de calcio, arrojando fechas realmente antiguas.

Para más información:

https://www.abc.es/ciencia/abci-jabali-pintado-cueva-indonesia-primera-obra-arte-figurativa-mundo-202101132134_noticia.html

lunes, 28 de octubre de 2019

Bostwana, el primer hogar de los humanos modernos


Fuente: www.elmundo.es

             Amado Herrero




Un estudio publicado en Nature sugiere que el origen común de los sapiens anatómicamente modernos se encuentra en una región ubicada entre Bostwana, Namibia y Zimbabue





lunes, 8 de julio de 2019

Los hombres con cráneos de alien de hace 12.000 años


 Fuente: www.abc.es



Hallan en tumbas chinas calaveras deformadas intencionalmente, uno de los ejemplos más antiguos de esta extraña práctica



Un niño de hace 6.000 años con el cráneo alargado encontrado en China - Q. Wang


viernes, 5 de julio de 2019

Crimen en Transilvania: Resuelven un caso de asesinato de hace 33.000 años.




Fuente: www.elmundo.es
            Teresa Guerrero



El análisis del fósil de un cráneo de un hombre adulto hallado en una cueva de Rumanía revela que tuvo una muerte violenta y que fue golpeado con un objeto parecido a un palo

Fracturas en el cráneo 'Cioclovina calvaria' encontrado en Rumanía KRANOTI


jueves, 27 de junio de 2019

Un nuevo e inesperado capítulo en la historia de los neandertales


Fuente: www.abc.es
           José Manuel Nieves




A medida que la capacidad para estudiar ADN antiguo avanza, los científicos que tratan de comprender la evolución humana se llevan sorpresa tras sorpresa. Y esta vez, lo inesperado ha venido de la mano de los neandertales, ya saben, la "otra especie" de humanos inteligentes que compartió Europa con nuestros antepasados directos.


Reconstrucción de hombre de Neandertal
Museo Arqueológico de Asturias (España)

jueves, 15 de noviembre de 2018

El falso mito de la violencia de los neandertales

Fuente: www.abc.es         
          Judith de Jorge




Un estudio rechaza la creencia de que la otra especie humana que habitó Europa sufrió una existencia especialmente brutal y peligrosa


 
Los crímenes y los accidentes que cuentan las noticias son historias individuales, pero también nos dicen mucho sobre las sociedades en las que suceden. Si son comunidades marcadas por la violencia o, en cambio, entornos pacíficos en los que la vida parece transcurrir sin grandes contratiempos. Lo mismo se puede decir de los grupos formados por nuestros ancestros en la Prehistoria. Aunque es difícil reconstruir el pasado, nadie que viviera en el Paleolítico pudo tener una vida fácil, enfrentándose a una naturaleza salvaje plagada de peligros armado tan solo con piedras o puntas de sílex, amén de los conflictos y la barbarie más o menos intensa que se produjera entre los individuos.

Esqueletos de un neandertal (izquierda) y un Homo sapiens
Ian Tattersall



jueves, 2 de agosto de 2018

Revelado el misterio de los cuerpos quemados y enterrados en Stonehenge hace 5.000 años


                 Manuel Ansede




El metal de algunos huesos sugiere que las personas procedían de cientos de kilómetros más lejos


Uno de los monumentos prehistóricos más conocidos del mundo, Stonehenge, sigue siendo un enorme misterio. Hace entre 5.000 y 4.000 años, antes del descubrimiento de la rueda, cientos de personas se tuvieron que poner de acuerdo para transportar unas 80 piedras de hasta dos toneladas de peso, algunas de ellas desde las montañas de Preseli, en lo que hoy es el oeste de Gales, hasta el sur de Inglaterra, a una distancia de unos 225 kilómetros. Su intención sigue siendo un enigma.


 
Excavación de uno de los enterramientos de Stonehenge.


Los hoy célebres círculos de menhires pudieron constituir un observatorio astronómico, un templo religioso, un lugar de encuentro de druidas, un sanatorio o un monumento a la paz entre los pueblos locales, según las principales hipótesis sobre la mesa. También fueron, con seguridad, un lugar de enterramiento para un puñado de personas, quizá pertenecientes a una élite.

Hace un siglo, entre 1919 y 1926, las primeras excavaciones en el yacimiento destaparon los restos de 58 individuos, tanto mujeres como hombres, cuyos cadáveres fueron quemados antes de ser enterrados. El fuego impidió solucionar el rompecabezas. “Las altas temperaturas alcanzadas durante la cremación, de hasta 1.000 grados, destruyen toda la materia orgánica, incluido el ADN. Esto limita la cantidad de información que se puede obtener”, lamenta Christophe Snoeck, químico de la Universidad Libre de Bruselas. Los cadáveres de Stonehenge han estado callados durante un siglo. Hasta hoy.

El equipo de Snoeck ha encontrado una manera de hacer hablar a los restos prehistóricos: el estroncio. Si se recuerda la tabla periódica de los elementos que había que memorizar en el instituto, la segunda columna se cantaba así: berilio, magnesio, calcio, estroncio, bario y radio. El estroncio, un metal blando de color plateado, se situaba debajo del calcio. Su estructura es tan similar que los huesos absorben el famoso calcio presente en la leche y las sardinas, pero también pueden incorporar el estroncio en su lugar. Y el estroncio de los huesos de Stonehenge sugiere que muchas de aquellas personas, o sus restos, llegaron al santuario tras recorrer cientos de kilómetros.

La clave está en el subsuelo. Las tierras calizas del sur de Inglaterra, en las que se levanta Stonehenge, presentan perfiles de estroncio diferentes a los de las formaciones geológicas del oeste de Gales, donde se encuentran las canteras de las que salieron algunas piedras del monumento. Este estroncio soluble e identificable pasó a las plantas, que fueron ingeridas por seres humanos, quedando el metal almacenado en sus huesos. Snoeck y los suyos han analizado los restos de 25 personas enterradas en Stonehenge. El estudio sugiere que 10 de ellas se alimentaron con vegetales del oeste de Gales en la última década de su vida. Los habitantes de las montañas de Preseli pudieron recorrer el mismo camino que sus piedras y ser enterrados entre ellas con honores, junto a los locales. Pero la investigación de Snoeck también apunta a otra posibilidad: que a Stonehenge solo llegaran los restos ya cremados.

“Nuestros resultados subrayan la importancia de las conexiones entre diferentes regiones —que implicaban tanto movimientos de materiales como de personas— en la construcción y en el uso de Stonehenge”, destaca Snoeck, que publica hoy su estudio en la revista especializada Scientific Reports, junto a coautores como Julia Lee-Thorp, directora de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Oxford. Para Snoeck, el nuevo descubrimiento “es una muestra única de que los contactos e intercambios en el Neolítico, desde hace 5.000 años, se hacían a gran escala”.