Fuente: www.abc.es
J. López García / Madrid
03/06/2013
Hace tres millones y medio de años, los 'Australopithecus' comenzaron a comer también otras plantas y carne
El conocido dicho: «Somos lo que comemos» adquiere su pleno
significado a la vista de los dientes de los primeros humanos de África. Nuestros
antepasados se alimentaban exclusivamente de hojas y frutas que encontraban en
árboles y arbustos, una dieta similar a la que siguen los chimpancés y gorilas
en la actualidad. Sin embargo, tres millones y medio de años atrás, los
primeros 'Australopithecus' comenzaron a comer también otras plantas como
juncos y gramíneas, ampliando así sus gustos culinarios.
ArchaeologyInfo.com/Scott Bjelland
¿Cómo han podido averiguar este cambio de la dieta los
antropólogos? Con ayuda del isótopo de carbono—13. Los biólogos saben
que la fotosíntesis en árboles y arbustos, no es igual que en las plantas más
simples como las gramíneas o los juncos. Estas últimas poseen mayores
concentraciones de una variedad más pesada de carbono, el isótopo de
carbono—13. Con su dieta vegetariana, el organismo de nuestros ancestros
africanos absorbió grandes cantidades del carbono contenido en las cadenas
orgánicas de los vegetales, de manera que fue utilizado posteriormente por el
organismo a medida que nacían las nuevas células y les crecían los dientes.
Y de las hierbas, ¡pasó al esmalte dental! A partir del
análisis de las concentraciones de esta variedad estable del carbono, en
los esmaltes de los dientes encontrados en esqueletos de distintas especies,
puede descifrarse el mensaje encerrado en sus bocas, ¡millones de años después!
De hecho, no estamos tan alejados de los que nos precedieron, pues aquellos que
disfruten comiendo unas patatas con maíz, siguen manteniendo viva la tradición
de los 'Australopithecus', tres millones y medio de años más tarde.
«No sabemos exactamente qué sucedió», afirma el
profesor Matt Sponheimer, autor principal del artículo publicado en la revista Proceedings of the
National Academy of Sciences. «Los isótopos son de gran ayuda, pero no
cuentan la historia completa. Deberíamos conocer qué alimentos consumían y cómo
habrían influido en la anatomía humana a lo largo del tiempo», reconoce
Sponheimer. «Hasta este momento, hemos podido concluir qué hominidos no comían
las frutas de los arbustos, pero a partir de ahí no es fácil dar respuestas al
resto de interrogantes», concluye.
Los antropólogos aún debaten cómo interpretar estos
hallazgos en términos evolutivos, si son debidos a posibles alteraciones
climáticas o del entorno. Actualmente están interesados en valorar la
influencia que la geografía o los ecosistemas puedan tener en estos cambios de
hábitos alimenticios. De todos modos, a partir de los datos no puede
extrapolarse su alimentación al detalle, pues pudiera suceder que animales que
se alimenten a su vez de vegetales, al ser cazados por los homínidos, el
carbono—13 se haya transferido de unos a otros.
Es más, en 2010, otro equipo de antropólogos, apoyados
en las herramientas encontradas, hicieron pública la primera evidencia de
consumo de carne por parte de los 'Australopithecus' por las mismas fechas.
En otros trabajos relacionados, utilizando fósiles de girafas, caballos y monos
de los mismos lugares de la sabana africana, no se ha encontrado ningún cambio
en los niveles de carbono—13. Por ello, el cambio alimentario de los primeros
humanos no puede generalizarse al resto de mamíferos y la cuestión continúa sin
respuesta.
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